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El desierto más árido del mundo se encuentra tapizado de flores. Un fenómeno para admirar. Especialmente, porque no sabemos qué pasará en     el futuro con las más de 200 especies expuestas     al cambio climático que experimentamos. 

¡Despertó el  desierto!

Fotos: Nicole Saffie y Kenji Kodama.

Dónde y cómo recorrer

Una buena forma de visitar los lugares más atractivos es pasear por la carretera, internándose hacia la costa y la cordillera, teniendo como base la ciudad de Copiapó.  

 

Si el objetivo es combinar la experiencia con el placer de un buen alojamiento, el Hotel Wara es una excelente alternativa; un lugar de lujo en pleno desierto, que fue inaugurado nada menos que por Antonio Banderas y el elenco de la película “Los 33” hace poco más de tres años.

 

Para comprender y apreciar a cabalidad el desierto cubierto de flores, es recomendable hacerse asesorar por empresas que aportan información valiosa. Agencias como Geo Adventure, Copayupu Travel o Atacama Chile ofrecen tours por el día desde Copiapó (entre $ 35.000 y $ 50.000). Otra alternativa es contratar a un especialista en el tema. El fotógrafo Carlos Aguilar podrá acompañarlo en este camino de descubrimiento de la flora y fauna del lugar.

Este espectáculo multicolor tiene un propósito que va mucho más allá que engalanar el desierto: asegurar la supervivencia de cada especie.

Cantando al sol como la cigarra, muchas de las semillas, bulbos, tubérculos o rizomas, después de años bajo la tierra, aparecen como sobrevivientes que vuelven de la guerra.

 

Escondidas -tal como las cigarras que se entierran para absorber la savia de las raíces en las primeras etapas de crecimiento, hasta que emergen a la superficie ya adultas- las más de 200 especies de flores que se pueden apreciar en el desierto florido de Atacama permanecen es estado de latencia durante años, adaptándose a rigurosas condiciones climáticas.

 

La agrónoma Josefina Hepp, investigadora del Centro UC del Desierto de Atacama, explica que son semillas cautelosas, porque no saben exactamente cuándo va a llover ni por cuánto tiempo. “Por lo tanto, no germinan ante cualquier evento, sino hasta que hay una cierta cantidad y distribución de precipitaciones, además de temperaturas adecuadas. Y este año 2017 se dieron esas condiciones”, señala.

 

Este fenómeno natural, que aparece cada cierto tiempo (entre 5 y 7 años), está asociado a la Corriente del Niño, que genera importantes precipitaciones, ya que acerca aguas tropicales cálidas a las costas, produciendo una mayor evaporación.

 

Este manto de flores que parecen bordadas en el desierto, se empezó a apreciar desde agosto y se mantendrá hasta octubre, cubriendo las laderas de los cerros y quebradas que se repletan de colores insospechados: celestes, rojos, violetas, fucsias y blancos. Josefina Hepp explica que los paisajes más característicos se encuentran en Vallenar, Copiapó, Bahía Inglesa, Llanos de Challe, Totoral y Huasco, aunque ya se pueden apreciar algunas flores saliendo de Coquimbo.

 

Entre las mas de 200 especies, la reina del desierto florido es la Garra de León (Bomarea ovallei), que es endémica de la región de Atacama. Además, están los Suspiros (género Nolana), que forman manchones blancos o celestes; las Patas de Guanaco (género Cistanthe), que destacan por formar praderas de flores moradas o fucsias; y las Malvillas (género Cristaria), que también forman mantos de flores de un morado suave. Vale la pena detenerse a mirar la Celestina (Zephyra elegans), que tiene un color blanco o celeste muy delicado. Las Añañucas amarillas y rojas, los Huilli (Leucocoryne) de varios colores y el Terciopelo (Argylia radiata) naranjo son otras variedades que encantan a los visitantes.

 

Este espectáculo multicolor tiene un propósito que va mucho más allá que engalanar el desierto: su objetivo es asegurar la supervivencia de cada especie. Las flores aparecen en grandes cantidades y con características muy atractivas para atraer a los polinizadores, insectos que también pueden haber estado en estado de latencia, junto con animales que se alimentan de estos insectos o de bulbos y semillas, llenándose de vida el sistema.

Decálogo de un buen  visitante

1.- ¡Jamás cortar las flores! Las que logran germinar solo tienen una oportunidad para producir semillas y continuar su ciclo de vida con las próximas lluvias. Si se cortan las flores, se les está quitando esta oportunidad.

2.- No pisar las flores porque no podrán culminar su proceso de desarrollo.

3.- No sacar tubérculos o raíces. Estas especies no se desarrollan fuera de su ambiente.

4.- Respetar al máximo los animales e insectos para no dañar la cadena alimenticia.

5.- No dejar ningún desperdicio, ni restos de comida.

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