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Yoga: la llave de oro para la salud

El yoga ha ido ocupando un espacio cada vez más importante en el área de la salud y la evidencia científica demuestra sus efectos preventivos y en el tratamiento de diferentes patologías. Esta realidad representa un gran desafío para la formación de profesionales con las competencias necesarias para asumir esta responsabilidad.

Por: PaolaValenzuela www.paolavalenzuela.cl 

      Yoga Orgánico www.yogaorganico.cl

Existe vasta información respecto a cómo el yoga influye en la salud, no solo en la prevención, ya que múltiple evidencia científica demuestra también sus efectos en el tratamiento de diversas patologías.

 

Si consideramos que la Organización Mundial de la Salud, OMS, define salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, la práctica de yoga surge inevitablemente como una herramienta perfecta para alcanzar y mantener ese estado, ya que permite que el cuerpo físico, energético, mental y espiritual se unan para vivir en armonía.

El sistema moderno de salud ha demostrado ser muy efectivo para curar enfermedades contagiosas, infecciosas y otras, desplazando a casi todos los sistemas tradicionales de medicina. Sin embargo, la incidencia cada vez mayor de dolencias relacionadas con el estrés plantea un gran desafío. Es aquí donde el yoga puede hacer una contribución vital porque tiene efectos en los distintos planos del ser y su influencia va desde lo más externo (plano físico) hasta lo más profundo (plano mental y espiritual). En este punto es importante comprender que el yoga comienza y termina en el concepto de que no hay ninguna separación de estos planos: lo que afecta a nuestra mente, afecta a nuestro plano emocional y se puede manifestar también en el físico y viceversa. “La salud es el perfecto equilibrio entre el cuerpo y la mente, el intelecto y el alma”, dice uno de los maestros más importantes de yoga, B.K.S. Iyengar, en su libro “El Sendero hacia la Salud Holística”.

Cuando este equilibrio se rompe aparece la enfermedad. Para reponerlo, el yoga se presenta como una posibilidad que está tomando cada vez más fuerza, integrándose incluso al trabajo médico. Una muestra de ello es la Unidad de Medicina Integrativa del Hospital Sótero del Río, donde se realizan más de ocho horas semanales de yoga, con un método diseñado especialmente para que cualquier persona pueda practicarlo, y que va dirigido a la atención de pacientes con cáncer de mama, fibromialgia y dolor crónico de columna.

El yoga sana

 

Más allá del bienestar general que produce el yoga, esta disciplina también sana. En las redes de información científica se pueden encontrar papers que evidencian los beneficios de las prácticas yóguicas para enfrentar distintas patologías que afectan a personas en todo el mundo.

Ejemplo de ello es el extenso estudio científico Yoga in Health and Disease (Dr Nagarathna R, Dr Nagendra H R, Dr Telles S. Ver link), que da a conocer los efectos del yoga en el tratamiento de diferentes patologías, como diabetes, hipertensión, salud coronaria, artritis reumatoide, dolor de espalda mecánico, síndrome del túnel carpiano, espondilosis cervical y fibromialgia, entre otras. El estudio también constata el efecto del yoga en niños con retardo mental medio, moderado y severo, observando mejorías en el coeficiente intelectual luego de un año de entrenamiento. “Dichas técnicas, al aflojar las articulaciones y relajar la musculatura, mejoran las habilidades motoras. Con el control de la respiración se incrementa la coordinación psicomotora. El dominio sobre la mente mejora los procesos de atención y concentración y, como consecuencia, el cociente de inteligencia”, puntualiza

Otra investigación, denominada  Alternative therapies in health and medicine (Tyagi ACohen M) -que consta de una revisión sistemática de múltiples estudios publicados sobre yoga, involucrando a un total de 6693 sujetos- concluye que la mayoría de ellos establecieron que el yoga redujo la presión arterial en las poblaciones normotensas e hipertensas. “Estos estudios sugieren que el yoga es una terapia adjunta eficaz para y digna de inclusión en las guías clínicas”, señala el estudio.

Salud mental

En el plano de la salud mental, en tanto, hay también suficiente evidencia que permite situar al yoga como una disciplina complementaria a los tratamientos médicos convencionales. En 2015, la Universidad de Duke (Estados Unidos), tras analizar más de cien trabajos de investigación sobre yoga, concluyó que su práctica tiene efectos positivos y demostrables en trastornos siquiátricos -como depresión, esquizofrenia y déficit atencional con hiperactividad- incluso en quienes no están con tratamientos farmacológicos. Los investigadores vieron que el yoga es capaz de provocar cambios en biomarcadores, como neurotransmisores, secreción de hormonas y proteínas, similares a los que generan una terapia con medicamentos (antidepresivos) o sesiones de sicoterapia. En la depresión, por ejemplo, cuatro ensayos demostraron que la respuesta de diferentes pacientes a la enfermedad mejoró tras siete sesiones de yoga. Los pacientes con esquizofrenia tuvieron una baja en los síntomas de su enfermedad. En el déficit atencional, los niños que practicaron yoga tuvieron mejor resultado a la hora de evaluarlos con escalas específicas para este trastorno.

“El yoga es capaz de provocar cambios en biomarcadores, como neurotransmisores, secreción de hormonas y proteínas, similares a los que generan una terapia con medicamentos (antidepresivos) o sesiones de sicoterapia”.

Una reciente investigación chilena realizada por el Centro de Estudios de la Conducta Alimentaria (CECA), de la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez, publicada en enero de 2017, en tanto, muestra los beneficios del yoga aplicado a mujeres que padecen trastornos alimenticios, como anorexia y bulimia, concluyendo que: “Fueron relevantes los beneficios de la práctica de Kundalini Yoga reportados por las participantes, lo que fundamenta la pertinencia de incluir esta intervención en el tratamiento multidisciplinario de los trastornos del comportamiento alimentario”.

Este espacio que ha ido ganando el yoga en el área médica y terapéutica -y que se traduce en una derivación exponencialmente creciente de profesionales de la salud (médicos, kinesiólogos, obstetras y matronas, entre otros) de sus pacientes al yoga- es ciertamente un incentivo para la formación y especialización de instructores de yoga. Plantea, al mismo tiempo, una gran responsabilidad y un enorme desafío: lograr profesionales con las competencias necesarias para ir integrando esta disciplina a las demandas cada vez más crecientes en salud.

Ya lo decía el maestro Iyengar: “El yoga nos enseña cómo es nuestro mundo interno, qué contiene nuestro cuerpo: el hígado, el bazo, el páncreas, el sistema respiratorio, el sistema neurológico y así sucesivamente. Nos ayuda a comprender cómo funcionan todos estos órganos y sistemas, y en qué momento provocan molestias en nuestro interior. El yoga nos hace ser conscientes de las convulsiones de la vida cotidiana y su práctica crea equilibrio en nuestro cuerpo y nuestra mente… En cierto modo, el yoga es la llave de oro de la salud”.

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